25 de Junio 2004

EL GUARDIÁN

-“Aquí CCO. La negociación resulta infructuosa. Caballero 1, prepare a su equipo”-
Pedro escucho las órdenes del Centro de Control de Operaciones, una losa cayó sobre sus hombros y cerró los ojos.

Cuando entró en el Grupo de Rescate de Rehenes hacía quince años tenía la vaga esperanza de no tenerlas que oír nunca.
Cuando se movilizaba al G.R.R el diálogo había fracasado, las soluciones se habían agotado, lo malo, pensaba él, es que demasiado a menudo se consideraba al Grupo como una de esas soluciones.

Y siempre creyó que no se había pensado lo suficiente.

Pedro decidió unirse al Grupo con treinta años, demasiado mayor para lo que se veía por allí. Había pertenecido a la Guardia Rural los diez años anteriores.

Durante mucho tiempo, en su instrucción complementaria, se preguntó porqué había decidido solicitar su incorporación al G.R.R, él era muy racional, sabía que no debía tomar decisiones tras experiencias traumáticas pero el impulso fue irrefrenable, todo su ser le pedía, necesitaba entrar ahí.

Y lo hizo.

Los sucesos ocurrieron el día menos pensado, era Domingo, tras el partido de juveniles contra el pueblo de al lado, los padres se exaltaban un poco, era normal, por eso cuando se jugaba ese partido, siempre se solicitaba a una patrulla de la Guardia Rural que pasase por allí, sólo para que se viesen, nada serio.

El partido lo ganó el equipo local se formó un tumulto, insultos y escupitajos,-”Voy por la escopeta”!!!!-, en fin, lo de siempre.

Un segundo de silencio. Pánico.

Un vecino nuevo, que Pedro sólo había visto en un par de ocasiones sacó una pequeña pistola, era de fabricación checa, la habría conseguido en el mercado negro.

De inmediato Pedro y Antonio, su compañero, desenfundaron sus armas.

-“¡¡ALTO!! ¡¡TIRALARMA!! TÍRALA!!! YA!!!!”-

Los dos gritaron, no pararon de gritar, casi deseando que la fuerza de sus gritos pudiesen hacerle saltar el arma de las manos.

-“¡¡¡TIRALARMA O DISPARO!!!!, ¡¡¡AHORA!!!”

La cara del nuevo vecino cambió, sus ojos apuntaron a Pedro, pero no le estaba viendo, le traspasaba. Bajó los ojos, lentamente, puso la pistola en la palma de la mano y la sopesó, aún permanecía en su cara esa mirada extraviada. Casi ni se escucho cuando dijo:

-“no”.

Parecía que iba a tirar el arma, los dos Guardias Rurales guardaron silencio, entonces el hombre empezó a correr, ellos volvieron a apuntarle pero detrás de él había espectadores de modo que no podían abrir fuego.

Allí comenzó el infierno de Pedro.

El nuevo vecino corrió, se puso detrás de una señora del pueblo, Doña Ana, la tendera, y le apuntó a la cabeza.

Sólo tuvo unos segundos para reflexionar y lo primero que le asaltó la mente fue la incredulidad. Él había venido a evitar que se peleasen unos padres borrachos y ahora estaba apuntando a la cabeza a un hombre, no, ya no era un hombre, ahora era un secuestrador.

Antonio se puso nervioso, se puso de nuevo a gritar –“¡¡¡SUÉLTALA!!!” Pedro estaba paralizado, sólo quería que todos soltasen las armas y pudiesen hablar,

-“¡¡¡¡SUÉLTALAYA!!!”

Antonio empezó a acercarse, cada vez gritaba más, su arma sin seguro, el dedo en el gatillo, estaba listo para actuar. Pedro, parecía alejado, como un espectador, pero lo vio antes de que ocurriera.

-“NO!!! QUIETO!!!! NO TE ACERQUES!!!!”-

Y la vida de Pedro cambió.

El arma del secuestrador voló de la sien de Doña Ana en dirección a Antonio y disparó.

El cuerpo de Antonio cayó pesadamente sobre el alvero, hizo el mismo ruido que un saco de cemento al caer.
El tiro de rozo en el cuello y un sifón de sangre brotó de él. Antonio no lo sabía, pero estaba muerto, La mirada con la que protagonizó las pesadillas de Pedro durante meses fue con la que quedo su expresión; era una pregunta –“¿Qué ha pasado Pedro?”-

Y Pedro no pensó, actuó, tal y como le habían adiestrado. Quitó el seguro, metió el dedo en el gatillo y en el mismo movimiento en el que alzaba la mano disparó.

La bala entró por el lado izquierdo y salió por el derecho de la cabeza de Doña Ana, continuando su ruta de destrucción por el cuello del secuestrador para terminar incrustándose en una vértebra cervical.

-“¡¡¡NO!!! NONONONONONONO!!!!!!!”- Don Juan, el marido de Doña Ana quería gritar tan alto que ya ni se le oía, sólo se escuchaba un fino aullido.

Pedro se acercó de inmediato apuntando al secuestrador, le apartó la pistola de la mano con una patada y comprobó que estaba muerto.

Pedro no habla de lo que sintió al ver a Doña Ana, desde ese momento todo para él es borroso.
Salvo las palabras de Don Juan:
-“Me lo has quitado todo”-

Volvió a abrir los ojos.

Frente a él estaba Caballero 5, Gabriel, su segundo.

-“Avísalos. Que se preparen.”-
Pedro se dirigió por radio al CCO

-“CCO, aquí Caballero uno, reglas de confrontación?”
-“Uno, aquí CCO, identifique y elimine a los secuestradores, minimice las bajas en los rehenes”-
-“Comprendido señor”.
-“Caballero 1, clave de intervención: NUMANCIA”

Se habían reunido en la cocina del piso contiguo, su propietario también lo era del local en el que se habían encerrado los secuestradores, su hija era una de las rehenes.

Esta era la peor parte. Le iban a explicar a Don José que les habían ordenado la intervención, que habría disparos, que, probablemente, habría bajas.
Era imprescindible su ayuda, el local era suyo y debía explicarnos la distribución de los muebles, los planos ya los tenían pero todo los que supiésemos antes de entrar allí sería una ventaja.

-“Señor. Debemos hablar, es probable que tengamos que intervenir y debemos hablar con usted”
La cara del hombre se transformó, miró al Caballero 1 a los ojos, que era lo único que había humano tras el pasamontañas y el casco, y vio muerte.
Le hablo muy flojo y entrecortado.
-“Mi hija. Está allí”
-“Lo sé señor, pero también sé que nada de lo que diga podrá tranquilizarle. Ayúdeme a traerla a salvo”
-“Créame, no me gusta hacer esto, no me gusta disparar, a mi equipo tampoco. Intentaremos entrar y salir, y todo esto será como si nada hubiese pasado. Señor”
Caballero 5 le pasó la mano por el hombro a D. José, sólo se le ocurrió decir.
-“Aguante un poco más, pronto habrá acabado todo”.
En la academia conoció a Gabriel, que se especializó en medicina de campo, y era el médico de nuestra pequeña unidad.
Pronto se mostró como hombre cabal, con un compromiso hacia la vida que chocaba un poco con el oficio que había escogido.
Cuando se le preguntaba siempre contestaba lo mismo: “Más peligroso es trabajar en la Seguridad Social” Y zanjaba el tema.
Se le nombró segundo porque un hombre que es capaz de dejar su espalda descubierta por dar el primer auxilio a un rehén herido, nunca daría órdenes que pusiesen innecesariamente en peligro sus vidas.

A Pedro le asignaron la selección y mando de un equipo de intervención.

El equipo estaba formado por cinco hombres: El jefe de operaciones, un segundo, un experto en explosivos, un médico, un francotirador y un hombre en punta. Como en nuestro equipo se daba la coincidencia de que el médico y segundo eran la misma persona teníamos dos hombres en punta.

Cada jefe de equipo tenía el privilegio de seleccionar y bautizar a los miembros del equipo.

Todos sus hombres eran de edad avanzada, de hecho los tomó porque ninguno de los equipos más jóvenes se había fijado en ellos, los jóvenes sólo se fijaban en los resultados individuales en las pruebas físicas y de puntería, y Pedro buscaba Caballeros que pensasen un instante antes de disparar, y que no maten a nadie. La juventud y el miedo mataron a Doña Ana. El quería para su equipo serenidad.

Bautizó a su equipo Los Guardianes. No era un nombre tan dramático como los de los otros tres equipos, Los Halcones, Linces y Quijotes.
Pero pensó que era un buen nombre, un nombre que recordaba a todos cuál era su misión, la de proteger la vida de los rehenes, a toda costa.
Otros entendían que su misión era eliminar terroristas, pero eso no era verdad, ese era el premio de consolación, cualquiera puede matar terroristas, su misión era que los terroristas no matasen rehenes, y eso, era muy difícil.

Fueron todos al furgón del grupo para recoger el equipo, el cual había sido completamente modificado, ya que el equipo reglamentario era igual que un soldado de asalto y esa no era su misión.

-“¿Granadas? ¿para una operación con rehenes nos dan granadas?” Dijo Caballero 3, Daniel.

Pedro apretó los dientes y les dijo: “Caballeros cojan el equipo con el que trabajamos y dejen el resto para lo recojan los idiotas que lo trajeron”.

El equipo, además del casco Marte II, y el chaleco antifragmentación, constaba de un cuchillo, en el pecho, una pistola, Beretta 92F 9mm Parabellum, en la pierna, otra pistola, una Glok, también de 9mmP, en la parte de atrás del cinturón, un subfusil H&K MP5 del calibre 5,56 modificado al calibre 9mmP. Con silenciador y mira láser, pequeños explosivos para las cerraduras y por último, bombas lumínicas, hacían ruido y emitían mucha luz, servían para desconcertar a los secuestradores antes de entrar en una habitación, las inventó el SAS británico y han salvado muchas vidas.

El motivo por el que cambió el calibre de su arma principal a uno más pequeño era que sus balas eran más pequeñas y sólo mataban si daban directamente en la cabeza y corazón, esto, obligaba a los Guardianes a tener más puntería pero daba una oportunidad a los rehenes con las balas perdidas.
La rutina de la preparación el equipo les permitía tener la cabeza ocupada y en paz, pero ya habían terminado.

D. José lloraba, su mujer también, se abrazaron, sus almas eran una sola, y se desmoronaba, se rompía desgarrada con cada recuerdo de su hija y el terror, a no tener nuevos recuerdos, a que no volviese, a identificar su cadáver.

Pedro se acercó, y su hija pequeña, Laurita de cinco años le echó los brazos para que la subiese.

-“Ten cuidado cariño, no te acerques mucho, voy cargado de armas para vencer a los dragones”
-“Trae a mi hermana. Necesita su medicina, yo la tengo. Toma”

Una lágrima rodó desde el ojo hasta la costura del pasamontañas del Caballero, comprendió una vez más lo importante de su misión, que no era otra que evitar dolor, que no muera nadie, no robar nunca más la felicidad a nadie.

Mientras miraba a Laurita y con la voz más grave que pudo reunir gritó:

-“GUARDIANES!!!!”

-“Señor!!- Dijeron a la vez.

-“Extremen precaución. Disparos precisos y certeros, sólo con blancos definidos. Mejor nuestra vida que la de ellos.

-“SÍ SEÑOR!!!”

-“Caballero 2!!!”

-“Señor!!”

-“Gabriel, ella es Laura, es la hermana de una de las rehenes que se tiene que tomar un jarabe, usted es el médico, ocúpese.”

Laura le dio el jarabe a Gabriel, y este miró la etiqueta; “Bisolbón Compósitum. Para tos fuerte y seca”.

Gabriel, incrédulo, levantó la mirada y vio unos padres, mirando a su hija pequeña, que no lloraban ya pero las lágrimas eran un torrente que no pararía hasta que viesen a su hija, sin embargo descubrió un pequeño claro en esa tormenta y ese claro se llamaba Laurita, tenía cinco años.
La vio mientras ella le estaba mirando con esperanza, era la única que tenía esperanza.

-“No se preocupe señor.” Y guardó la medicina en un bolsillo del pantalón.

El tiempo se agotaba.

-“CCO? Aquí Caballero 1, Guardianes en posición, esperamos instrucciones.”

-“Recibido 1, mantengan las posiciones hasta nueva orden”

Esa era la peor parte, la espera, era el momento en que te acosan todos los demonios, volver a fallar, matar otro rehén, el miedo es tan aterrador que sólo se podía concentrar con un pensamiento que repetía como un mantra:

-“mirar, apuntar, disparar.... limpio”

-“mirar, apuntar, disparar.... limpio”

-“mirar, apuntar, disparar.... limpio”
Él sabía que después de disparar venía matar pero ya pensaría en eso después de la operación, ahora tenía que llevar unas medicinas y eso era lo importante.

-“Guardianes, aquí CCO: NUMANCIA!!!!, repito, NUMANCIA!!!!

Un escalofrío recorrió a Pedro, se acabó, ya no somos personas, volvemos a subir a los árboles.

-“Caballeros!!! ADELANTEADELANTEADELANTE!!!!!.......

FIN DEL INFORME.


Saludos cordiales,


P.

Escrito por Pródigo. a las 25 de Junio 2004 a las 09:16 AM
Comentarios

Veo que este post no ha tenido mucho éxito...

Seguiré probando registros nuevos.

Saludos cordiales.

P.

Escrito por Pródigo a las 28 de Junio 2004 a las 10:38 AM

No puedo decir si es exitoso o no.... porque se necesita un buen rato para leerlo, y mi tiempo escasea.

Consejo: escribe de poquito en poquito, esto es como todo en la vida... hay que dosificar, que el personal se quede con ganas de más, no empachao...

Consejo2: me gustó mucho más el romántico... quiero más.

Bueno, por fin comento, no?...jajaja...

Un beso fuerte.

Escrito por namberuan a las 29 de Junio 2004 a las 02:40 PM

Lo del empacho lo comprendo, pero comenzó como una idea simple en la cabeza y a medida que iba escribiendo se fue complincando todo.

Vi que para explicar las reacciones de Caballero uno debía explicar algo de sus origenes y de hecho he recortado bastante, pero ciertamente, la próxima vez que se me vaya la olla dividiré en dos post u tres. Me temo.

Al romántico le falta la segunda parte, como dejo entrever al final.

Un placer ver tu comentario por aquí.

Saludos.

P.

Escrito por Pródigo a las 29 de Junio 2004 a las 04:48 PM

Segunda parte, quiero la segunda parte.

(Me hará falta coger un cleenex?...)

Escrito por namberuan a las 30 de Junio 2004 a las 11:16 AM
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