El Libro del Sueño

EL ARTÍSTA INVITADO: ODYSEO

Tipología del macarra:

- Macarra playero: este espécimen abunda en las playas de Levante y Sur.
Se le reconoce enseguida por su bañador mínimo (tres tallas por debajo
de la que usaría Enrique San Francisco en momentos de delgadez extrema)
y de exótica decoración (frecuentes motivos caribeños o africanos, con
especial predilección por las pieles de leopardo). Pelo largo en versión
Chunguitos y chanclas de goma con banda ancha sobre los dedos. Gafas de
sol hasta para entrar en el agua, elemento éste (el agua) en la que el
susodicho no manifiesta un dominio precisamente de experto. En general
pasa más tiempo apoyado en la barra del chiringuito más cercano mientras
vigila que nadie se acerque a su SEAT 131 Supermirafiori aparcado en
doble fila en el paseo marítimo de enfrente.

- Macarra de ceñido pantalón (perdón Hallofon, no he podido evitar a
Sabina). Suburbial y desconfiado por naturaleza. Pantalón vaquero
diseñado por la Betty Spaguetti y zapatillas de deporte de lona y goma
en la puntera que acentúan la delgadez extrema de sus largas piernas. La
ciencia aún desconoce si posee músculos entre los tendones. El bulto
del bolsillo delantero es la navaja automática con la que se comunica.
El bulto del trasero es el paquete de Marlboro o Winston, únicas marcas
permitidas por los de su gremio. Suelen ir en parejas y andan a grandes
zancadas, como las grullas y cigüeñas, sus parientes más cercanas.

- Macarra tecnológico. Novedoso espécimen y con un gran futuro por
delante. Su mayor dificultad consiste en estar al día con el último
aparatito tecnológico salido al mercado. Cuando se sienta en la mesa de
un bar, despliega ante los atónitos ojos de los demás usuarios del
recinto un poderoso arsenal de: agendas electrónicas, teléfono móvil con
cámara, sonido polifónico, otra agenda incorporada; más cámara de fotos
digital, frontal de la radio del coche, reproductor de MP3 y llavero de
memoria 128MB. Su cara releja siempre una mezcla de satisfacción ante la
cara de asombro (que él interpreta como envidia) de los que le rodean y
de frustración ante la inseguridad de estar a la última o haberse
despistado unos días tras la salida del último invento.

-Macarra musical. Es el homo antecessor del Macarra tecnológico. Este
ejemplar se bastaba con un radiocassette de grandes dimensiones colocado
sobre uno de sus hombros y apoyado sobre la oreja hasta dejar la marca
del aparato impresa en su pabellón auditivo. La artrosis cervical y la
sordera han hecho estragos entre los de su especie, hasta el punto de
que hoy son una especie protegida y en peligro de extinción. Los últimos ejemplares han sido avistados en los alrededores de algunos mercadillos domingueros y en el Rastro.
- Macarra de pueblo. Su génesis hay que rastrearla entre los antiguos
"tontos de pueblo" y una mutación de Miguel Ríos cuando empezaba su
carrera musical hace dos mil años. De dicha hibridación sale este
ejemplar, al que se reconocerá por sus camisetas de manga sisa ceñidas,
sus pelambreras hombrunas asomando por sobre los hombros, un tatuaje de
amor de madre en algunos de sus miembros superiores y un pantalón ceñido hasta provocar el colapso subcutáneo de la zona inguinal. Nunca ha trabajado y costea
sus vicios gracias a una subvención del Ayuntamiento de su pueblo que considera que tener un ejemplar de esta clase es un claro signo de modernidad y tolerancia.
Algunos incluso han llegado a ser concejales de cultura de sus respectivos municipios.

-Macarra autotransportado. Este lleva coche propio. El coche y él forman
un mismo ser y siempre van unidos. Los alerones, spoilers, ruedas de
llanta baja, espejos, escudos y pegatinas varias, tubos de escape
cromados y luces y claxon de estilo vanguardista, son su firma de casa. Todo ello sobre modelos de cuatro ruedas de última generación como el Renault 12, el Talbot Horizon, el Simca 1000 y, más recientemente, el Fiat Regatta Mare. La radio ha de estar siempre a un volumen mínimo de 1000 db con canciones del Fari o Las Niñas. Sobre el volante, sus manos con guanteletes mostrarán una sarta de anillos dorados con cabezas
de león, calaveras de gran tamaño o el sello AC/DC ocupando casi dos dedos.

-Macarra de transporte público. Viaja en Metro o Autobús. Se mueve por
los andenes con un ritmo y contoneo que lo identifican a poco que uno se
fije. Nunca se agarra a las barras, para qué, si él ya lleva el
movimiento incorporado. Su olor le antecede dos estaciones y sus dientes
muestran las señales inequívocas del big-bang primigenio. Si se sienta,
cambiará tres veces de asiento en cada trayecto y abrirá las ventanillas
independientemente de la estación del año. Nunca se sabe a dónde va o de dónde viene, pero, cual ave migratoria su destino está en el movimiento continuo.

- Macarra aparcacoches, subespecie “gorrilla”: Este te obliga a aparcar; si no lo haces
te insulta con gran educación; una vez aparcado te pide una ayudita y si
no se la das te insulta con gran educación; a tu regreso te vuelve a
pedir una ayudita y te vuelve a insultar si antes no te ha rayado el
coche con su mechero y su gran educación.

- En posteriores capítulos se desarrollaran aquellos otros aspectos de
etiología urbana no tratados en este primero de carácter más descriptivo.
Así, quedan pendientes importantes aspectos de la conducta como: el
macarra en la carretera; el buen gusto, asignatura pendiente del
macarra; cómo reciclar al macarra del transistor; el macarra, ¿nace o se
hace?; ¿Son humanos los macarras? Cálculo de superficies en el noble arte del tatuaje I y II; El piercing y la industria metalúrgica.